martes, 27 de marzo de 2007

HISTORIA DE LA TOMATINA

Desde su origen hasta la actualidad
Todo comenzó en 1945, cuando un grupo de jóvenes que se había metido en una pelea cogió tomate de un puesto de verduras próximo y comenzó a lanzarlo contra los que suponía enemigos. Al poco acudieron las fuerzas del orden público deteniendo a los alborotadores y en consecuencia poniendo fin a la batalla. Al año siguiente y al llegar el mismo miércoles del mes de agosto los jóvenes del pueblo volvieron a reunirse en la plaza llevando ellos los tomates. De nuevo intervinieron las fuerzas del orden público para poner freno a lo que popularmente, y en los años siguientes, se iría conociendo como “tomatina”, que pese a la oposición de las autoridades se seguiría celebrando de uno u otro modo.A principio de los 50 el Ayuntamiento de Buñol prohibió la celebración de la fiesta, que no frenó a algunos participantes y que por tanto fueron detenidos y llevados a la cárcel del pueblo. Sin embargo, todos los vecinos se volcaron con ellos por lo que fueron puestos rápidamente en libertad. El pueblo pedía que la fiesta se permitiese y fue tal su clamor que las autoridades definitivamente la consintieron.Cada vez acudía más gente a la fiesta, con los bolsillos cargados de tomates, dispuestos y tirarse agua, a meterse en las fuentes y por supuesto iniciar la batalla que muchas veces terminaba por afectar a los que simplemente miraban. En alguna ocasión fue “atacado” alguna personalidad relevante. Eso provocó que de nuevo se prohibiese la fiesta con la amenaza de sanciones e incluso con penas de prisión para quienes participaran en ella.

LA TOMATINA




A las once de la mañana aproximadamente, comienza la batalla del tomate. Una hora inolvidable de risas y tomatazos han convertido a La Tomatina en una de las fiestas valencianas y españolas de mayor atractivo turístico internacional







SI VIENES A PARTICIPAR, RESPETA LAS NORMAS

Estas pequeñas indicaciones de civismo y convivencia son necesarias para que la fiesta se desarrolle como todos los años, es decir, sin ningún tipo de problemas:


No debes entrar botellas ni ningún tipo de objeto que pudiera producir accidentes.

No debes romper camisetas.

Los tomates deben ser aplastados antes de ser lanzados para que no dañen a nadie.

Debes tener cuidado al paso de los camiones.

Al disparo de la segunda carcasa se debe dejar de lanzar tomates.


Intenta divertirte todo lo que puedas pero respeta estas normas y a las demás personas. En la Tomatina nunca ha ocurrido ningún percance y queremos que así siga siendo para el disfrute de todo el mundo

VIVE LA TOMATINA

La tomatina tiene varias fases y cada una encierra una chispa de encanto que en suma dan como resultado una celebración inolvidable.La noche de antes:A los habitantes de Buñol les gusta entender que la fiesta comienza la noche de antes. Todavía no hay tomates de por medio, pero ya se empieza a sentir esa pre-resYa es de día: A la mañana siguiente comienza la preparación. Es el momento de recuperar fuerzas, es por ello que los asistentes más tempraneros se acercan a la plaza del pueblo, a eso de la 9 de la mañana, a comer los bollos que el ayuntamiento de Buñol reparte a todo aquel que lo desee.El palo jabón: Una de las reglas de la fiesta es que hasta que no se coge el jamón, la tomatina no comienza. Y es que, antes de que comience la tomatina se levanta un enorme palo cubierto de jabón con el objetivo de que todo aquel que quiera pueda trepar por él, para conseguir lo que se encuentra en su parte más alta, un jamón.La Batalla: Ahora es cuando uno realmente toma posiciones. La gente canta nerviosa “tomate, tomate” pidiendo que comience ya. Buñol es ahora un curioso lienzo, hecho de personas con la camiseta rasgada, de casas cubiertas de plásticos, lienzo que sin duda será pinatado de ese color rojo que siempre aparece en las fotos que vemos de la tomatina en las más de 100 páginas web dedicadas a esta fiesta.Por fin suena la carcasa que anuncia el comienzo, a eso de la 11 de la mañana. Los primerizos se preguntan de donde vendrá el tomate y miran alterados hacia todos los lados buscando el camión que los portaLa retirada: Llegó el momento de retirarse. Aunque algunos ya lo habían hecho, quedan otros muchos que han aguantado valientemente hasta el final y que ahora buscan un sitio donde poderse quitar todo el tomate pegado al cuerpoVuelta a la normalidad: Llega el momento de volver a la normalidad. Los vecinos retiran los plásticos y con la ayuda de algunos habitantes del pueblo comienza la limpieza a tiro de manguera. En cosa de dos horas todo ha vuelto a la normalidad

miércoles, 7 de marzo de 2007

OJO






FIESTA

En este año de 2007(segundo semestre) tendremos en el “CEL” “LA FIETAS DE LAS NACIONES”.
Todas las lenguas van a participar. El tema de este año será el medio ambiente, la preservación de la naturaleza, el reciclaje y la ciudadanía.
Nosotros (alumnos y prof. Luiza) vamos a trabajar con reciclaje .Vamos hacer
artesanía a partir de sometimiento de desperdicios o de materiales usados a un proceso que los haga nuevamente utilizables
Comidas típicas (hechas por el alumnado y donadas por ellos)
Para esto se hace necesario que la profesora sepa lo que cada alumno irá a hacer (lo que sabe hacer, si sabe hace algo).El alumno tendrá que elegir algo que le guste (esto es obligatorio).

Para esto de damos un boletín de registro, remétemelo por correo (e-mail)



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Voy a hacer……………………………




ATENCIÓN TODOS


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(remete por correo=e-mail=)
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SOLUCIÓN DEL EPITAFIO

CLASE DE 06/03/2007

PRESENTACIÓN DE LOS VERBOS: YACER Y ACAECER
Verbos en pretérito.



EN EL CEMENTERIO.


En una tumba del cementerio de Alencourt, en las cercanías de París, se encuentra la siguiente inscripción.

Aquí yace el hijo;
aquí yace la madre;

Aquí yace la hija;
aquí yace el padre;

Aquí yace la hermana;
aquí yace el hermano;

Aquí yacen la esposa y el marido


Sin embargo, hay solamente tres personas aquí. ¿Cuáles?


RESPUESTA.

Indudablemente, la historia que yace tras el epitafio de Alencourt, debe ser típica de las que en el siglo pasado .La explicación más lógica es la del joven adinerado y mujeriego que "perdía" a una muchacha humilde y, cosa entonces bastante frecuente, no volvía a preocuparse por lo que hubiera podido acaecer a su hija, fruto de sus amores. Más tarde, ya cuarentón, conocía a una hermosa joven, con la que se casaba sin saber que era su propia hija y con la que tenía un hijo. De esta forma se tiene, en tres personas, al hijo, la hija, el padre, la madre, la esposa, el marido, el hermano y la hermana. Bien porque alguno de los protagonistas sufriese después el trauma de conocer la verdad, o porque algún otro pariente fuese el que se enterase, el caso es que el autor del epitafio quiso dejar constancia, en forma original, de una especial tragedia del pasado

lunes, 5 de marzo de 2007

RANAS Y MARIQUITAS



LAS RANAS SON JUGUETONAS



Y LAS


MARIQUITAS SON HOLGAZÁNAS

LECTURA1 NIVEL II 5B

LA TOMATINA DE BUÑOL

Imagínate una fiesta en la que puedes ensuciarte completamente de la cabeza a los pies. Imagínate a miles de personas lanzándose unos a otros tomates maduros. Amy Randall participa en una batalla muy particular, en la que acaba bañada en salsa de tomate.
Una batalla de tomates en medio de una plaza, parece una película de los hermanos Marx; sin embargo, una fiesta así existe. Se celebra cada verano, el último miércoles de agosto, en Buñol, un pueblo de Valencia. La tomatina es una de las fiestas más insólitas y divertidas de España.
Esta fiesta empezó en 1944, cuando los vecinos del pueblo, enfadados con los concejales, les lanzaron tomates durante las fiestas locales. Se lo pasaron tan bien que decidieron repetirlo cada año.Y con el tiempo se ha convertido en una verdadera batalla campal en la que participan miles de personas y en la que las armas siguen siendo los tomates. Durante los años de la dictadura del general Franco, el gobierno prohibió esta fiesta porque no era religiosa. Pero a la muerte del dictador, los vecinos empezaron a celebrarla de nuevo, en los años setenta.
Aunque la fiesta empezó en contra del Ayuntamiento, hoy en día, es este quien la paga. Para que los vecinos de Buñol, los veraneantes y los forasteros que se unen a la fiesta se diviertan, el Ayuntamiento compra unos cincuenta mil kilos de tomates, que llegan cargados en varios camiones.
El día de la tomatina, sobre las once de la mañana, la multitud está congregada en la plaza Mayor, que está en el centro del pueblo, y en las calles de alrededor. La gente no acude vestida con sus mejores galas sino con la ropa más vieja que tiene, porque después de la batalla hay que tirarla a la basura.
En el centro de la plaza plantan un gran palo untado de grasa. En lo alto del palo hay un jamón. Los jóvenes intentan una y otra vez, escalar el palo para llevarse el jamón, perola grasa les hace resbalar. Cuando finalmente,uno consigue cogerlo, la gente lo vitorea y grita: «¡Tomate, tomate!».

Entonces suena un petardo. Es la señal, la fiesta va a empezar. Los camiones de tomates van a llegar de un momento a otro. Hace mucho calor. La multitud está tensa, sudorosa, nerviosa y excitada. Muchos se suben a las rejas de las ventanas, otros a los balcones y los más miedosos prefieren protegerse tras los cristales de las ventanas. La gente desde los balcones tira cubos de agua a la multitud para ayudarle a soportar el calor. Las puertas de las casas, de los bares, de las tiendas, están cerradas.
Unos minutos después, por una de las calles laterales se acerca despacio un camión cargado de tomates maduros. Los tomates vienen de los pueblos de alrededor y no se han cultivado para cocinar, sino para servir de proyectiles. Sobre el camión, varios hombres empiezan a lanzar las hortalizas contra la gente sin piedad.
—Los primeros tomatazos son los peores —me advierte un vecino. —¡Vamos agáchate! —Todo el mundo anda agachado porque si levantas la cabeza, puedes recibir un tomatazo en plena cara. Así es que meto la cámara dentro de la camiseta y me agacho, como los demás.
Pronto el suelo está lleno de tomates y entonces empieza la verdadera batalla campal. Todo el mundo se pelea por cogerlos y lanzarlos con todas sus fuerzas a los demás. Los tomates son blandos, pero si los lanzas con fuerza hacen daño. Explotan y se machacan contra la gente, contra el suelo, contra las paredes de las casas, contra las ventanas. Una lluvia de tomates te cae encima y no puedes hacer nada para evitarlo. Por el suelo pasa un río de tomate triturado. La plaza se tiñe de rojo, las calles se cubren de salsa de tomate, suficiente como para cubrir al menos un millón de pizzas.
La multitud te arrastra. Es una auténtica locura. En esas circunstancias es casi imposible sacar una foto. Pero si no la saco nadie va a creerme. Mi jefa pensará que estoy loca o que he bebido demasiado y he imaginado la historia. Varias veces intento incorporarme para enfocar la cámara y todas ellas recibo un tomatazo en la cara. La multitud es implacable. El ácido del tomate se me mete por los ojos y por la boca y me pica.
El delirio dura dos horas. Hacia la una, el cuarto camión se aleja despacio, vacío. Suena otro cohete. Significa que la batalla ha terminado. Nadie puede lanzar ni un solo tomate, si alguien lo hace tendrá que pagar una multa. Es mi oportunidad. Mi cámara está cubierta de tomate, pero todavía funciona. El rojo es el único color que aparecerá en las fotos.
Cansada, sucia y muerta de risa, bajo con la multitud hacia el río, donde el Ayuntamiento ha instalado unas duchas públicas en una explanada. Todos estamos cubiertos de arriba abajo de salsa de tomate. Después de una ducha ligera, sin desnudarse, la gente sube hacia el pueblo, con la ropa mojada pegada al cuerpo y con las pepitas, las semillas del tomate, en el pelo. Todos tienen un aspecto deplorable, el mismo aspecto que debo de tener yo. Están exhaustos pero contentos, después de unas horas de diversión y desahogo. Ahora la verdadera ducha espera en casa.
Cuando vuelvo a subir a la plaza me quedo perpleja. No quedan ni restos del tomate que hace unos minutos bañaba el pueblo. Los camiones municipales de la limpieza lo han lavado todo con mangueras. Todo ha vuelto a la normalidad. Las tiendas, los bares, las casas, están abiertas. Es la hora de comer. No queda ni rastro de esa batalla delirante de una película cómica, en la que no hay ni vencedores ni vencidos, ni uniformes ni armas, sólo tomates, nada menos que cincuenta mil kilos de tomates maduros para que unas doce mil personas se diviertan como niños.

Tomado del libro De fiesta en verano, de Clara Villanueva y Josefina Fernández, Editorial Difusión, pp. 19-22
SACADO DE CVC LECTURAS PASO A PASO
 
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